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Señores congresistas, colegas y amigos,

Estamos llegando a la culminación de las XXI Jornadas con esa senzación de tristeza que nos embarga el fin de las cosas bellas. Más esta sensación va acompaña de un profundo gozo por haber consolidado las relaciones existentes y por las nuevas que hemos constituido en estos días; gozo además por los resultados que, a mi entender, hemos conseguido con nuestros trabajos.

Grande a sido el empeño de los relatores generales Prof. Eusebio Gonzales Garcia y Prof. Pietro Adonnino a los cuales va nuestro primer agradecimiento, que se extiende a los relatores nacionales y los expositores de las relaciones técnicas.

En el debate moderado y solicitado por parte de los Profesores Claudio Sacchetto y Augusto Fantozzi, bajo la atenta dirección del Prof. Carlo Secchi -en la primer jornada- y luego del Prof. Patricio Colombo Murua, hemos mantenido más de ochenta intervenciones que han llevado a resoluciones aprobadas por la Asamblea referidas a los aspectos actuales sobre “el rol del Fisco en el desarrollo de la economía” y sobre “el régimen de la imposición de las empresas de navegación en el tráfico internacional”, la cual debería asumir uniformidad a través de la adopción de la Tonnage Tax a los efectos de evitar distorsiones nocivas.

El éxito del debate se debió también a la adopción del método recomendado por el Prof. Peirano Facio, quien lamentablemente se ha visto impedido para intervenir personalmente pero que ha hecho sentir su presencia también en este aspecto, es decir, la idea de mantener una reunión preparatoria reservada entre el relator general y los relatores nacionales, método éste que auspiciablemente será de seguir en un futuro.

Las resoluciones prontamente serán puestas en conocimiento de los gobiernos de los Estados representados en el ILADT del CIAT (y una vez más agradezco la presencia del Prof. Claudino Pita), así como serán informadas a la OCDE y a la Unión europea, especialmente en lo concerniente a la adopción de la Tonnage Tax que, precisamente en estos días se prevé su examen.

Grande ha sido también el éxito de los cuatro seminarios conducidos por los Profesores Gallo, Liccardo, Puoti y Carregna Varela, que han tratado argumentos de gran actualidad que lamentablemente se han visto limitados por el escaso tiempo disponible.

Un agradecimiento especial para los veinte interventores y a la SOGEI que, además de haber contribuido generosamente a la realización las Jornadas, nos han ilustrado con todo su tecnología    acerca del aspecto técnico de la informatización de la Administración tributaria, coordinado por el Ing. Cajano.

Creo que los argumentos tratados en los seminarios ameritan una posterior profundización la cual podría concretarse en el ámbito del sitio web recientemente inagurado, y confío que pueda desarrollarse con la intervención de todos los Institutos adherentes del ILADT.

De todos modos, me obligo a hacer que la revista “Diritto e Pratica Tributaria Internazionale” recoja las contribuciones de los colegas de América Latina, en cuanto es su interés servir de puente de conexión entre Europa y el Nuevo Continente.

Muchos de ustedes han podido constatar como el Prof. Claudio Sacchetto, director responsable de la revista, está siempre solícito y atento para recoger las colaboraciones a dicha publicación.

 

Creo que en un futuro próximo -no hablo de años, ni de meses, sino tal vez de pocas semanas- nosotros, los estudiosos de derecho tributario, estaremos involucrados de mayor manera en el interés de nuestros Países debido a las intervenciones que serán necesarias debido a los cambios que ya se perfilan en el horizonte.

A partir de la reforma Reagan de 1986, en muchas partes del mundo, y especialmente en Europa, se ha difundido la Tax Cut Fever en la óptica de la Tax Competition (que a menudo ha ido más allá en la Harmful Tax Competition) en función de la globalización que ha hecho prevalecer la capacidad económica por sobre la capacidad contributiva para tutelar la libre concurrencia de las distorsiones estatales, cuestión ésta que ya había sido el leitmotiv del Tratado de Roma.

Hemos constatado una serie de efectos:

1- la mutación de ciertos principios que parecían sacros en el ámbito de los estudiosos de las ciencias de las Finanzas (y entre los primeros: Einaudi, De Viti, De Marco): así, la necesidad de la discriminación cualitativa de los réditos, para los cuales la imposición de los réditos de capital debían ser tasados de manera mas onerosa con respecto a los réditos de empresa y éstos de manera superior que los réditos provenientes del trabajo. En Europa y los Estados Unidos en los últimos diez años, la relación se ha invertido: los réditos de capital, debido también a su mayor volatilidad, han sido tasados de menor manera que los réditos del trabajo, especialmente respecto del trabajo autónomo o de profesiones liberales que han sufrido una imposición más gravosa.

También el principio de la discriminación cuantitativa de las rentas, generalmente concretada a través de la alícuota progresiva, ha sido desatendida con la adopción de máxima, incluso a los efectos de la determinación y recaudación de una Flat Tax.

Asimismo se ha constatado:

2- una notable reducción de la recaudación pública con el consecuente recorte de gastos, especialmente en el campo de la asistencia social.

3- la globalización ciertamente ha tenido efectos positivos (y en primer lugar la liberación y apertura de los continenetes y el desarrollo de economías antes aisladas), baste pensar en la Unión Soviética y la República Popular China; pero en abierta contradicción también han mostrado injustas diferencias y masas de hombres que viven por debajo del límite de pobreza, mueren de hambre, sed y enfermedad. Esto no solo en pueblos de África sino también en Países potencialmente ricos de materias primas de América Latina.

 

Me refería anteriormente a “cambios en el horizonte”, más aún, en los últimos meses y días hemos constatado concretamente la reducción de la Cut Tax Fever en consideración de la necesidad de hacer frente a las emergencias: así en los Estados Unidos, después del 11 de setiembre, han aumentado notablemente los gastos militares para combatir el terrorismo interno y externo y para controlar la crisis económica vinculada con la caída de la bolsa (en buena parte como consecuencia del defectuoso tratamiento del código penal sobre la gestión primaria de socidades que cotizan en bolsa) ha inducido al Presidente Bush ha dejar en segundo plano las promesas electorales de reducir los impuestos. Señales similares pueden observarse en Europa: en Alemania, el Presidente Schreder ha pospuesto la eliminación de la imposición de los Capital gains derivados de la cesión de participaciones accionarias, incluso para hacer frente a los gastos producidos por el último aluvión  (España, Francia, Portugal e Italia, han manifestado su dificultad en el cumplimineto de las reglas del “Pacto de estabilidad”, previendo un déficit superior al 3% del PBI). En su alocusión del lunes, el Sub-Sebretario Vito Tanzi ha referido que en Italia la reforma fiscal que habría llevado a una reducción de la presión fiscal en el orden de los 50mil millones de euros, se conretará recién en el 2006 antes que en el 2003 tal como estaba previsto originariamente en el programa electoral. A decir verdad, nuestro premier ha declarado que, tal como lo había prometido en dicho programa electoral, la reforma se hará en el 2003, pero esto no aparece creible desde el mismo momento que aún no han emanado las medidas legislativas y porque creo que aún no esten dadas las condiciones para la reducción de la recaudación, ya sea  tanto por la situación económica mundial como por la situación italiana, esta última agravada por el desorden de las finanzas de los entes locales aún muy lejanos de la autonomía federalista.

La necesidad de intervenciones radicales sobre el ámbito de los ordenamientos tributarios se manifiesta también en otras partes del mundo y, por cuanto aquí nos interesa, también en América Latina, especialmente en aquellos Estados que sufren la permanencia de una grave crisis como la amada Argentina. Debemos intervenir  -y este es nuestro deber en el respeto de las palabras que siempre ha afirmado Ramon Valdes Costa- a los efectos de que las innovaciones necesarias sean realizadas en observación de los principios de:

-        certeza de la normativa en el respeto de la equidad, la eficiencia y la transparencia

-        en la corrección del comportamiento de las Administraciones tributarias y de los contribuyentes

-        en la plena garantía jurisdiccional de sus recíprocos derechos.

Esto en cuanto respecta al ordenamiento interno de nuestros Estados.

Pero también debemos asumir el cargo de afrontar las exigencias, mencionadas anteriormente, de las poblaciones que no poseen recursos para su propia sobrevivencia, y esto no solo por elementales razones humanitarias, sino para salvaguardar la paz del mundo amenazada por focos violentos que puedan arrastrar Estados y continentes.

Pero poco creo en las diversas formas de “voluntarismo” para limitar las disparidades que señalaba inicialmente -como por ejemplo, aquella de la De Tax, enunciada en los últimos días por el Premier Berlusconi en Joannesburg-. Creo que se debería pensar (lo decía la otra noche con el Prof. Fantozzi durante nuestra reunión en las Terrazas de Palacio Ducale -aveces también los cocktails son útiles para cambiar ideas y propuestas-) en una exacción equilibrada sobre los movimientos financieros, incluso de manera muy limitada (idea vecina a la Tobin Tax pero con diversa actuación) los cuales deberán asumir las organizaciones de control de los Bancos organizadas en los recientes años y que han operado activamente introduciendo medidas coactivas en el marco de la lucha contra el lavado de dinero. Restaría el gran problema, de dificultosa solución por cierto, que se refiere a la erogación o pago de dicha imposición (e incluso su efectivización) que de ninguna manera debería asumir forma asistencial o de financiamiento a los gobiernos, precisamente porque son los gobiernos quienes a menudo son los responsables de las grandes crisis. Este aspecto aquí esbozado es un gran tema que debería ser afrontado por nuestro Instituto.

 

Pido disculpas si me he extendido demasiado, pero entiendo que, por la capacidad y las funciones que desempeñamos en la enseñanza, en la sociedad civil y en los organismos de gobierno, es nuestro deber ocuparse, precisamente porque el aspecto tributario es fundamental para la vida de un Estado de Derecho, en el respeto de la libertad, la democracia y la paz en el mundo.

 

Con este deseo, que espero Ustedes compartan, declaro el cierre de las XXI Jornadas ILADT, expresando mi más sentido agradecimiento a los participantes que tanto han trabajado, a la generosidad de los sponsors y ha todos cuanto se han empeñado en la organización, entre los cuales recuerdo a Pasquale Pistone, Cristian Billardi, Alberto Pozzo y Roberto Olivieri; a las intérpretes que no se han dejado llevar por el ímpetu de las discusiones y, especialmente, a las Señoras Anna Nicolini, Francesca Uckmar, Aurelia Vaccarezza y Angela Bruzzone, Carolina Zilberberg junto a todos sus colaboradores.

 

Hasta nuestro encuentro en Napoles el lunes próximo para aquellos que han adherido a dicho programa y a todos mis saludos y el deseo de encontranos en Quito en el 2004.

Muchas Gracias.